¿Me dedico a la matemática educativa?

La respuesta es sí, con algunas variantes. Reflexionaré sobre lo que ha implicado interactuar con otras disciplinas para argumentar que mi visión académica se ha ampliado pero que también he sentido necesario regresar al corazón de la educación matemática en su versión clásica, las matemáticas.
Desde 2018 trabajo en una Facultad de Psicología y Educación, a la que me incorporé por la necesidad de fortalecer el posgrado en el que trabajo en el área de la educación matemática. Como profesores universitarios sabemos que nuestras labores consisten en la docencia, la investigación y la gestión. En una facultad de Psicología ¿qué podría enseñar? Comenzaré cronológicamente un poco antes.
De 2014 a 2016 mi primer trabajo formal como profesora investigadora lo realicé en un centro de investigación al norte del país, ahí además de coordinar tres programas de maestría en docencia de las matemáticas, me aproximé a algunas de las líneas de investigación en política educativa que se desarrollaban. Impartí cursos en una maestría en educación en la que orientaba a los estudiantes en el desarrollo de sus proyectos que nada tenían que ver con el aprendizaje y la enseñanza de las matemáticas. La línea de política educativa que se desarrollaba me hizo acercarme a los estudios de la profesionalización docente y las prácticas en educación rural, así como a la interculturalidad. Fue un aprendizaje relevante conocer nuevas metodologías y formas de estudiar fenómenos educativos que no se relacionaban con el aula de matemáticas. Mi amiga experta en interculturalidad crítica me orientó en el conocimiento del campo. Mención aparte merece la interacción que tuve con profesionales del ámbito educativo relacionados con la Secretaría de Educación Pública, docentes, supervisores, asesores técnicos pedagógicos, jefes de sector, todos con una cultura escolar diferente a la de mi formación académica. Estos intercambios fueron interesantes tanto en lo académico como en lo político, considero que conocí un nuevo mundo.
De 2016 a 2017 trabajé en un centro de evaluación en Yucatán dependiente de la Secretaría de Educación Pública, encargada de un proyecto de prácticas docentes e interculturalidad. Me separé totalmente de la educación matemática y me centré en estudiar aspectos pedagógicos más que disciplinares. Ese tiempo a nivel académico fue interesante porque tuve la libertad de implementar el proyecto -años después publiqué estos resultados–, y de dedicarme a otras actividades de capacitación docente. Sentía que me alejaba de la matemática educativa, hasta me llegué a sentir culpable.
Cuando ingresé a mi institución actual a finales del 2017, mi tarea específica fue coordinar una maestría, realizar la reestructura del plan de estudios y organizar la evaluación PNPC-CONACYT. Me entusiasmó la idea de dirigir tesis de maestría en educación matemática, y dar cursos de la disciplina, sin embargo, al ser el perfil de egreso de los estudiantes profundizar sobre la enseñanza y aprendizaje tanto de la lengua como de las matemáticas, comenzó mi interacción con otras disciplinas. En términos del plan de estudios, no habría tantas materias de educación matemática, se priorizó por ejemplo la didáctica de la aritmética, pues el posgrado está enfocado en educación básica. En cuanto a mis tesistas, tuve libertad de orientar mi línea de investigación en la enseñanza de las matemáticas en aulas multigrado, debido a mi acercamiento con la educación rural. Sobre la docencia, comencé a dar cursos de metodología de la investigación, en los que oriento proyectos de lenguaje y alfabetización, además de los proyectos de educación matemática e incluso proyectos de otras disciplinas como estudios sobre el trabajo ¿cómo lo he hecho? Respetando la disciplina que se trate y siguiendo el principio de congruencia metodológica, sí, me he convertido en maestra de metodología de la investigación. Me sorprende gratamente la diversidad de paradigmas y tradiciones de investigación que utilizan mis colegas. Mis colegas lingüistas hacen diseños experimentales y usan la estadística de manera muy compleja. Mis colegas que analizan el funcionamiento del cerebro hacen una interpretación de gráficas por demás interesante. Y ante la pregunta de qué enseño en una facultad de Psicología, pues enseño estadística a estudiantes de Psicología y algunas derivaciones, como métodos de psicometría, o seminarios de investigación (metodología de nuevo básicamente).
He podido enseñar aspectos de didáctica de la matemática en una licenciatura virtual de la Facultad de Filosofía en la que participo como profesora de dos cursos sobre didáctica a futuros docentes. En el 2019, nos embarcamos en la aventura de diseñar cursos para la licenciatura en modalidad virtual, tuve el reto de generar videos (ver por ejemplo https://www.youtube.com/watch?v=DwszP4a2iR4) en los que debía hacer una “traducción” de la teoría a la formación inicial de docentes.
Esta diversificación del hacer, de acuerdo con las influencias contextuales me ha abierto el panorama en muchos sentidos. Ser maestra de metodología me ha hecho profundizar en aspectos que antes como estudiante de posgrado e incluso como profesional no lo había hecho. Entrar a la formación inicial de docentes en una licenciatura virtual que atiende a contextos de interculturalidad me hace conocer otras áreas del saber y las realidades de los contextos diversos. Rodearme del habitus de psicólogas y lingüistas sin duda modifican mis conexiones neuronales.
Aunque me siento muy afortunada de haber transitado este camino, a veces tengo cierta “nostalgia matemática”, extraño dar cursos de matemáticas como geometría analítica, cálculo o álgebra. Mi identidad como mujer que se dedica a la educación matemática ha evolucionado, una de mis fortalezas es ser flexible (teórica y metodológicamente) y apostar por no salirme de un nicho de investigación, en mi caso, la educación rural. Me quedo expectante de lo que vendrá en los siguientes años.
25 de febrero de 2025
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